Cuando éramos los mejores padres

Hace unos días hablaba con una compañera del trabajo de lo equivocadas que estábamos con esto de la maternidad antes de ser madre. Llegamos a la conclusión de que nosotras éramos las mejores madres del mundo… antes de tener hijos. Ahora que los tenemos la cosa cambia ligeramente.

Me explico, antes de embarcarme en esta maravillosa (y fatigante) aventura que es la maternidad yo tenía una imagen edulcorada por culpa de los anuncios de suavizantes y sabía exactamente qué tipo de madre iba a ser.

Cuando veía a un niño tirado en medio del pasillo del supermercado llorando y montando un escándale pensaba que esos padres no sabían gestionar las emociones de sus hijos. Cuando veía a un niño con botas de agua en julio con 40 grados a la sombra daba por hecho que era un capricho del pequeño y que los padres lo tenían mimado. Cuando veía a una madre romper a llorar de pura frustración y agotamiento en el metro tras haber dicho por enésima vez a su hijo que no grite sin conseguir ningún resultado pensaba que era débil y que no estaba preparada para la tarea que le había tocado. Pensaba (y aún pienso) que la televisión mata la imaginación y que es el recurso de los padres «vagos» que no quieren pasar tiempo con sus hijos.

Eso pensaba yo antes de tener niños, y tenía una idea muy clara de cómo iba a ser mi maternidad (que para eso he leído a Carlos González, Jesús Martínez, Rosa Jové o Daniel J. Siegel) y era una madre perfecta. De 10 sobre 10. Si dan un premio a la mejor madre me lo llevo de calle. Pero no sólo eso, además me permitía lanzar miradas de reproches a «esos padres» que no hacían las cosas bien… Y entonces llegó la maternidad y nos golpeó en la cara como si de un martillo de cantero se tratase.

Ahora que Rafa va camino de los 4 años y Fernando ya ha cumplido su primer año debo decir que esa imagen tan idílica que tenía de mi misma se ha hecho añicos. Para empezar me he encontrado con mi hijo tirado en medio del pasillo de un supermercado montando el circo. Pero es que además Rafa tiene unas dotes dramáticas que este niño le hace sombra hasta a la mismísima Meryl Streep. Recordad su nombre porque este se viene a casa un día con un óscar bajo el brazo. Ha ido al cole en pleno mes de junio con botas de agua ¿Por qué? Pues porque las botas de agua molan un montón, y como él no tiene complejos de ningún tipo se las pone simplemente porque le apetece y no tiene que darle explicaciones a nadie.

He puesto a mis hijos delante de la tele para tener «5 minutos de paz«. Y no precisamente para hacerme la manicura, sino para poder cocinar, hacer las camas o bajar la basura sin tenerlos pegados a mí. Y para ir el baño (que todo hay que decirlo), que a veces hay momentos en los que una madre necesita hacer cosas sola. Y por supuesto ha habido momentos en los que no podía más y he acabado llorando a moco tendido pensando que esto de la maternidad no es para mí. Porque, veamos, el padre que no haya pensado nunca en dejar a los niños en la puerta de un convento y largarse una semana a las Maldivas que levante la mano. Y no para tomar el sol y beber mojitos, no, simplemente para dormir una noche del tirón. Porque lleg auna etapa en la vida en la que se aprecia más dormir 8 horas seguidas que ganar el Euromillón.

Así que ahora me doy cuenta de que no soy ni por asomo la madre que tenía en mis sueños, con la casa recogida, los niños siempre peinados y con mucha energía. No, más bien soy de las que compra el antiojeras a granel, que se encuentra juguetes regularmente en el cajón de las sartenes (cuando no es directamente el niño lo que está dentro del cajón) y que a veces se encierra en el cuarto de baño con un libro porque es la única manera que tiene de leer algo. Pero no os engañéis, no cambio esta maternidad por ninguna imagen idealizada de anuncio de colonia.

6 Comments on “Cuando éramos los mejores padres

  1. Pues aunque no te lo creas y no es amor de madre, eres una madre 10, responsable, amante de tus hijos que antepone su bienestar al tuyo, coherente con tus ideas y creencias pero lo suficientemente flexible como para dejarles su hueco y que ellos vayan creciendo por si mismos. Si princesa, eres una madre 10, porque sin ayuda de nadie, sin lamentos a todas horas y sin reproches a nadie, estas haciendo una labor maravillosa que se ve recompensada cuando alguno de tus hijos te dije MAMI y te da un abrazo.

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  2. Ser madre no es una receta de cocina que si no le pones todos los ingredientes correctos no sale bien.
    Ser madre es aprender y crecer con ellos e inventar día tras día las recetas de vuestras vidas.

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  3. Pingback: Mis blogs favoritos de maternidad: 9-15 enero 2017

  4. Me ha gustado mucho!! Es verdad que sabemos mucho antes de vivirlo… Lo también había juzgado antes de experimentarlo en mis propias carnes, y en cambio ahora tengo tan claro lo importante que es no juzgar… Cada uno sabe como es su hij@… Pero sabes que? Tu eres la mejor mamá que pueden tener tus hijos, eso no lo dudes nunca!

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    • Gracias! Me alegra saber que no soy la única que pensaba que ser madre era un camino de rosas y se ha encontrado con que hay que trabajárselo muchísimo. Un saludo

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